domingo, 22 de noviembre de 2009

LOS MOTIVOS EN QUE CREEMOS

por: Jefferson Pinzón y Luis Fonseca
El objetivo de este corto escrito, no es introducir una definición más a las ya existentes, en lo concerniente al concepto de verdad. Por el contrario, queremos a través de un pequeño resumen retomar las ideas propuestas por Friedrich Nietzsche en su obra (Sobre verdad y mentira en sentido extramoral), y de esta forma, lograr un mejor entendimiento a cerca de la idea que este filósofo alemán tenía sobre la verdad.
Para Nietzsche, la verdad era algo que se definía por convención humana. A si pues, la verdad está constituida por la omisión de todas aquellas características que son individuales a cada ser ya sea humano o no humano, es de esta forma, como el autor hace referencia a la formación de los conceptos que luego formaran por si solos una verdad: como es la establecida por el concepto de “hoja”, que es convencional y para su formación, deja de lado las particularidades de cada hoja. Esta posición se nos muestra de manera clara, cuando se habla de la noción de “honestidad”, de la cual en palabras de autor, no sabemos nada en sí, aunque sí de numerosos acciones individuales y por lo tanto desiguales que igualamos mediante la omisión de las desigualdades, y gracias a ellas formulamos una qualitas occulta con el nombre de “honestidad”.
Según lo anterior, la definición de verdad en palabras de Nietzsche sería la siguiente: “ es un ejército móvil de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en pocas palabras, una suma de relaciones humanas que, poética y retóricamente realzadas, fueron transpuestas, adornadas y que, tras largo uso, a un pueblo le parecen fijas, canónicas y obligatorias: las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son, metáforas que se han vuelto manidas y carentes de fuerza sensible, monedas que han perdido su cuño y ahora solo cuentan como metal, ya no como monedas.”
Por otra parte, es de resaltar la importancia dada por el autor al impulso de los seres humanos hacia la verdad, impulso que Nietzsche no comprende pues considera, que si bien, el ser humano ha de ser ponderado como un poderoso genio constructor de conceptos, los cuales son construidos sobre terrenos movedizos, deben ser fuertes para poder encontrar fundamentos sobre ellos no lo será tanto por su interés en la verdad, pues siendo el mismo quien decide lo que es verdad, no tiene sentido que intente buscarla, es decir, “si yo defino lo que es un mamífero y luego tras inspeccionar un camello y digo: “mira, un mamífero”, con ello ciertamente , se ha sacado a la luz una verdad, pero ella es de valor limitado. Quiere decir, que es antropomórfica de cabo a rabo y no tiene un solo punto que sea “verdadero en sí”. Estas palabras de Nietzsche reflejan completamente lo que él pensaba sobre la idea que los hombres tienen de la verdad.
Entonces, la culminación de la”teoría” nietzscheana sobre la verdad alcanzaría todo su valor por medio de la destrucción de todo lo abstractamente perfecto que inventa el hombre. Por tal razón, el filósofo alemán odia todo sistema, pues todo sistema implica estancamiento, así como la ontología, las concepciones abstractas, la ciencia pura y la lógica fría. En sus propias palabras la vida es un querer crecer, es ascenso.
Esta concepción dialéctica del devenir humano desembocaría en lo que el filósofo de Rocken daría en llamar el eterno retorno de la existencia, idea basada en la concepción de la vida como puro movimiento y nunca cómo ser estático. Niega la metafísica y promulga la muerte de Dios entendida como la pérdida de un fundamento último suprasensible que de sentido al mundo sensible y a la inmortalidad del alma como base de la afirmación de la vida, que se eterniza en el placer. En el universo todo se combina, en todas las posibles combinaciones; cuando estas posibilidades se agotan recomienza el ciclo, de manera que todo retorna eternamente, incluido lo malo, la miseria y la vileza.
Su propósito era afirmar en el hombre una poderosa individualidad, una voluntad de poder que es su culminación y el bien máximo de la misma vida, dicho propósito lo llevó a un nuevo concepto de lo verdadero y lo moral: La verdad no es un valor teórico, sino tan sólo una expresión para designar la utilidad, para designar aquella función del juicio que conserva la vida y sirve a la voluntad de poderío… La falsedad de un juicio no es una objeción contra ese juicio. La cuestión es hasta qué punto estimula la vida, conserva la vida, conserva la especie, incluso quizá educa la especie.
De esta forma, considera Nietzsche que si para aquel que busca el “conocimiento” es importante averiguar las creencias que han ido unidas a cualquier motivo para la acción, es decir lo que la humanidad se ha representado hasta determinados momentos como verdaderos móviles de su acción, la verdadera dicha o desgracia de los hombres ha dependido de su fe en esos motivos y no de que estos hubieran sido verdaderos o falsos.
Parece entonces que Friedrich Nietzsche despoja a la verdad de su carácter de concordancia entre sujeto cognoscente y objeto a conocer, para atribuirle propiedades y cualidades morales y psicológicas, cada verdad de la vida del hombre vale lo que una eternidad, porque se repetirá un número infinito de veces sin ser abarcada nunca por un concepto. Una verdad puede consolar o aterrar pero será siempre un modo de aferrarse a la vida y a la fuerza creadora.
En conclusión, combate el pensador alemán toda filosofía indiferente hacia los verdaderos problemas de la vida, toda abstracción que vaya en contra de los valores vitales, que como tales, siempre requerirán de nuevos sistemas de valores y verdades fundados en la voluntad de poder.

No hay comentarios:

Publicar un comentario